La tradición más antigua de la” troballa” de la imagen se conserva en un texto contenido en el Llibre de Be e de Mal del Archivo Municipal de Valencia, de 1366. Según el cronista, aquel mismo año, mientras un labrador llamado Perot (Pedro) de Granyana araba con sus bueyes, levantó una piedra junto a las raíces de un almez, bajo la cual apareció la imagen.
El labrador insistía en llevarse la imagen, que en este caso era la figura de una mujer orando, a la ciudad para mostrarla a las autoridades, pero cada vez que lo hacía, esta desaparecía, por lo que lo trataron de loco.
Cuando por fin, ante la insistencia del agricultor, el Consejo de la Ciudad, le acompañó al punto donde encontró la figura, hallaron un milagro. Encontraron la figura rodeada de ángeles, por lo que, ante esta celestial aparición, decidieron edificar la ermita en ese mismo lugar.